En un pasaje del último libro de Ken Follet, Un Mundo Sin Fin, ---la lectura del cual recomiendo---- la madre priora Cecilia, aconseja a la joven protagonista que, si su deseo es curar enfermos, puede ingresar en la orden de las Beguinas, y termina poniéndole el ejemplo de una de las más famosas de éstas mujeres, Margarita Porete. También le recomienda la lectura de su libro, El Espejo de las Almas Simples.
¿Quiénes fueron las Beguinas?
En una época dominada por la teología más exagerada y machista, donde las ideas teológicas eran el punto máximo del saber y los antiguos escritos de Aristóteles y Ptolomeo eran los libros de enseñanza por excelencia, no cabía la esperanza de que se viera con buenos ojos a un grupo abnegado de mujeres. La medicina había sido, dentro de sus limitaciones machistas, ejercida siempre por hombres de saber, provenientes de la iglesia. Lo demás estaba fuera de lugar y podría sonar a herético. Es en esta época donde surgen las beguinas.
Las beguinas eran grupos de mujeres eruditas que, sin regirse bajo ningún tipo de jerarquía ni pertenencia a ninguna orden clerical, vivían en comunidad. Atendían y socorrían a los enfermos, los ancianos, los desvalidos, los pobres y los huérfanos. Haciendo gala de unas miras más cercanas a los siglos modernos que a la oscura, médicamente hablando, edad media, estas mujeres acabaron ganándose la antipatía de la Iglesia y muchas fueron condenadas por la Inquisición.
Parece que las primeras beguinas aparecieron hacia el siglo XII en Lieja, donde Lambert le Bègue, sobrenombre éste que significa el tartamudo, fundó una iglesia para viudas y huérfanos. Posteriormente, a sus miembros se las conocería como las beguinas. Lambert le Bègue había traducido Los Hechos de los Apóstoles y las Cartas de san Pablo con comentarios propios que rezumaban cierto tufillo herético a las narices eclesiásticas. Desafortunadamente no nos han llegado hasta nuestros días. Pero parece que también escribió una obra para sustentar sus teorías, titulada Antigraphum Petri. Aunque no está claro que lo condenaran y ejecutaran, se sabe que murió alrededor de 1177 bajo la sospecha de que así había sido. Tal vez las cartas que había enviado al antipapa Calixto II intentando argumentar y defender sus tesis le absolvieran, pero en realidad no se tiene certeza absoluta.
Estas mujeres, que podían tener cualquier estado civil, es decir, solteras, casadas o viudas, no tenían una Regla común como el resto de las monjas, ya que hemos dicho que no pertenecían a ninguna orden clerical y podían dejar de ejercer en cualquier momento, sin dar explicaciones a nadie. Las comunidades o beguinages se extendieron rápidamente por Europa y se podían encontrar comunidades de beguinas en Alemania, Italia, Francia e incluso en España. Algunos beguinages llegaron a tener cientos o incluso miles de integrantes. Tal fue la profusión de estas comunidades, que incluso llegaron a aparecer comunidades masculinas del mismo estilo, conocidas como Begardos.
Tal fue el desapego de la iglesia y la intromisión en los ministerios de ésta sin tener la autorización del Sumo Pontífice, que éste decidió tomar cartas en el asunto y en 1307 el Papa Clemente V edita la bula Regnum in Coelis en la que convoca el concilio de Vienne, que fue celebrado entre 1311 y 1312, donde pretende hacer una reforma de base de la Iglesia. Por este concilio el Papa censura la forma de actuar de las monjas y decreta que deben ser prohibidas y excluidas de la Iglesia de Dios. Recordemos que en este mismo concilio el Papa también suprimió la Orden de los Caballeros Templarios. Pero en 1321 el Papa Juan XXII levanta la sentencia ya que “habían enmendado sus formas."
En 1452 otra bula papal, esta vez de Nicolás V, decreta la absorción de las beguinas en la orden de las carmelitas. Y dieciocho años después el Duque de Borgoña, Carlos el Temerario, decreta que la mayor parte del patrimonio de las beguinas fuera trasladado a la misma orden de las carmelitas. Ya en el siglo XVI empezaron a simpatizar con La Reforma y de especial manera con el Anabaptismo. Es por eso que la Inquisición las seguía muy de cerca.
Una de las cosas que más destacó de las beguinas fue la literatura. Algunos autores las ponen junto a los trovadores como precursoras de las lenguas literarias como el alemán, el francés o el flamenco. Muchas de las obras, al ser escritas en lengua vernácula, son consideradas como primeros esbozos de tales lenguas. El estilo de estas mujeres adelantadas a su tiempo estaba muy entroncado con el misticismo, muy del estilo de Hildegarda von Bingen, pero sin esas lúcidas visiones de la mística alemana. Las obras suelen hacer apología del amor puro, incluso algunas fueron mucho más allá al relacionar el amor puro con el amor carnal y ver a Cristo sólo como un hombre. Algunas de estas mujeres y sus obras fueron: Beatriz de Nazaret, que escribió “ Los Siete Grados del Amor”; Matilde de Magdeburgo, considerada una de las madres de la lengua alemana con su obra “La Luz Resplandeciente de la Divinidad”; Hadewich de Amberes, en lengua flamenca, que con su obra “Visiones” revolucionó a todo el patriarcado clerical, ya que casi llegó a confeccionar un “Ars Amandi” medieval; Maria de Oignies, Lutgarda de Tongeren o Juliana de Lieja. Pero entre todas ellas cabe destacar a Marguerite Porete, que escribió en francés el libro antes mencionado, “Espejo de las Almas Simples y Anonadadas”, obra que la llevó al cadalso inquisitorial en 1310.
Marguerite Porete nació hacia 1250 posiblemente en Valenciennes, Francia. Fue una mística acérrima y tradujo las obras del también místico alemán Johannes Eckhard. Tras escribir su obra, la ofreció ante el obispo de Châlons, Pierre de Latihy, el cual la designó como herética. Se le obligó a retirar su obra de circulación, pero ella se negó siendo entonces el libro condenado y quemado en 1306. En 1309, en París, la obra vuelve ser condenada y ella es detenida y juzgada por el Santo Oficio. El 31 de mayo de 1310 es condenada cumpliendo la ejecución de pena de cremación al día siguiente.
La obra que la llevó a la hoguera estaba escrita en francés antiguo y las almas a que hace referencia son aquellas que son tocadas por Dios y lo pierden todo, quedando sólo el amor divino. Escrita a modo de conversaciones, los diálogos alegóricos entre el Amor y la Razón son vistos como heréticos a ojos de los inquisidores. Estos habían traducido la obra al latín (Speculum Simplicium Animarum), gracias a lo cual nos ha podido llegar hasta nosotros, ya que desde el ultimo tercio del siglo XIV aparecieron regularmente traducciones al italiano, inglés y alemán.
LAS DEODATAS, ¿BEGUINAS EN CATALUNYA?
En la ermita de Santa María de Sales, (Sant Boi de Llobregat, Barcelona), hubo radicada una minúscula comunidad de monjas deodatas con un número no mayor de cuatro o cinco miembros. Algunos especialistas han comparado a las deodatas con las beguinas ya que el “modus vivendi” de éstas era prácticamente el mismo. Solían ser mujeres que vivían en comunidad y se dedicaban a enfermos, y gente poco favorecida. Una cuestión importante en las deodatas, en cambio, era su capacidad de autonomía económica y la potestad de administrar sus bienes.
Dolors Sanahuja[1], citando a Montserrat Cabré,[2] nos informa que, durante los siglos IX, X y XI existieron unas mujeres no pertenecientes a reglas monásticas que se dedicaban a la vida religiosa y que eran conocidas cómo deodicatae o deovotae. Estas acostumbraban a ser miembros de la nobleza, pudiendo ser viudas o solteras. Así que se las puede considerar como el precedente de las deodatas bajo medievales o de las beguinas.
La primera fecha en que encontramos una referencia a estas deodatas es en un documento del año 1305 en el que se hace referencia a que estas mujeres ya estaban cuidando de la ermita en 1275. Sanahuja publica en su artículo un documento en que el obispo de Barcelona, Ponç de Gualba, reconoce la existencia de la comunidad de religiosas deodatas en Santa María de Sales y especifica la obediencia directa que le deben éstas al obispo, sometiéndose a los votos de pobreza y castidad.
Sanahuja es del parecer que una comunidad tan pequeña debía de nutrirse con mujeres de las parroquias de los alrededores, pertenecientes al término del castillo de Eramprunyá. También documenta la desaparición de esta comunidad entre el 1333 y el 1334 por orden del obispo de Barcelona.
Hasta aquí un sucinto apunte sobre estas adelantadas mujeres, las beguinas, que vivieron en una época en la que, aunque les perteneció, nunca se las reconoció. Por lo tanto bueno es que hoy las salvemos del olvido y las ponderemos al máximo que nos sea posible, así, aunque lejana en el tiempo, su excelente labor se vea reconocida por todos.
Para los enlaces un par sobre la Beguinas.
Salud, The Damned
Notas
[2] Montserrat Cabré. “Deodicatae” y “deovotae”. La regulación de la religiosidad femenina en los condados catalanes, siglos IX y XI. En Las Mujeres en el Cristianismo Medieval.
BIBLIOGAFÍA:
Dolors Sanahuja. Les Deodates de Santa Maria de Sales. Una petita Comunitat Medieval de Dones. ( Las Deodatas de Santa María de Sales. Una pequeña comunidad medieval de mujeres.) En Acta historica et archaeologica Medievalia. Departament d’História Medieval. Universitat de Barcelona. Barcelona 1992
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