La Associació Cultural Joan Amades, fue fundada en 1995 gracias al impulso de Consol Mallofré, cuñada de Joan Amades y con el que trabajó en la corrección de los manuscritos tras la hemiplejia sufrida por el autor y la pérdida de visión de éste. Esta asociación es una agrupación formada por personas interesadas en la cultura popular y su preservación, unidas asimismo en el interés mutuo de la publicación de las obras inéditas que dejó Amades.
En la web de la organización podemos abundar sobre la vida y la obra del folklorista y al mismo tiempo ponernos al día de las celebraciones que se lleven a cabo en torno al aniversario. También si queremos podemos hacernos partícipes con alguna iniciativa para la conmemoración y comunicárselo a la Asociación mediante un mail desde su página.
Yo, por mi parte quisiera añadir mi granito de arena a la celebración publicando, intercalados entre mis posts habituales, algunos post basados en las obras de Amades, contando anécdotas, leyendas, tradiciones, etc. extraídas de sus magníficas obras. Para empezar me encantaría citar algunas curiosidades que se celebraban el día de reyes en el pasado y que por circunstancias ya han desaparecido, pero que gracias al arduo trabajo de Joan Amades podemos recordarlas y saber de algo que se habría perdido sin remisión.
Sin embargo, antes de continuar con ello quisiera citar unos sucintos datos sobre la vida de Joan Amades.
Joan Amades i Gelats nació el 23 de julio de 1890 en el barrio del Raval de Barcelona. Vivió en la calle Peu de la Creu, no muy lejos de Las Ramblas durante gran parte de su vida. Formaba parte de una humilde familia trabajadora. Su padre, Blai Amades i Barrobés, era un cerrajero que tuvo que dejar su oficio a causa de su débil salud y su madre, Teresa Gelats, perdió su trabajo de hiladora al cerrar la fábrica donde trabajaba. Entonces la familia subsistió a base del trabajo de camàlic (persona que se alquilaba para transportar objetos de un lugar a otro, principalmente cargando los bultos en su propia espalda) de su padre y de trabajos que obtenía la madre para hacer en la casa.
A tenor de la mala fortuna laboral y económica , los padres de Joan Amades deciden enviarlo a Bot, el pueblo donde residían sus abuelos paternos. Unos años después volvería con sus padres, los cuales habían podido mejorar su situación al abrir una trapería en Barcelona. Esto llevaría al padre a escolarizar a su hijo en la escuela Víctor Hugo. Pero pocos años después, en 1899, teniendo Amades nueve años, se ve en la obligación de abandonar la escuela y ponerse a trabajar en la trapería de sus padres. Tres años después se colocó de librero de ocasión en los “Encants Nous” de Barcelona, un mercado de objetos de ocasión y segunda mano.
Entre 1906 y 1915 participa activamente en pro de la cultura obrera en Barcelona. Se incorpora a la Sección de Excursiones del Ateneo Enciclopédico Popular (AEP) y colabora en la organización del primer viaje turístico para obreros en Barcelona, bajo la tutela de la AEP. Fue partícipe del Congreso Esperantista y colaboró editando boletines y revistas.
Pero no será hasta 1915 cuando se interese verdaderamente por el folklore fundando una sección en la AEP llamada Esbart Folkloric, de la cual será presidente en los años siguientes. Es en 1917 cuando publicará su primer artículo de carácter folklórico en el boletín Excursions de la Asociación de la AEP. En la misma revista iniciará en 1918 una serie llamada Cançons Populars Catalanes (Canciones Populares Catalanas.)
Entre 1918 y 1922 gana diversos premios por sus trabajos sobre el folklore musical y popular.
A mediados de la década de los 50 publicará su obra más famosa y que lo encumbrará en el mundo del folklore catalán, El Costumari Català. Se trata de una obra en cinco volúmenes que versa sobre el ciclo anual del año, desglosando las tradiciones y costumbres que solían hacerse cada día del año en los pueblos y ciudades de Catalunya. Es una obra monumental en su importancia y en el trabajo invertido, ya que Amades se dedicó a viajar por toda la geografía catalana recogiendo las costumbres de los pueblos de boca de los más ancianos y anotando las que aun en su época se seguían celebrando.
Amades siempre había tenido una pésima visión y se le complicó tras la hemiplejia sufrida y con la edad. Pero eso no le impidió trabajar con denuedo y ser conservador del Museo Arqueológico de Barcelona y presidente de la sección de folklore del Centre Excursionista de Catalunya entre otros cargos y membresías de diversas asociaciones.
Entre sus obras podemos destacar:
Estudis d'Etnografia Catalana. (Estudios de Etnografía Catalana)
Imatgeria popular catalana . Les auques (en col·laboració amb J. Colominas i P. Vila.) (Imaginería Popular catalana. Las Aucas (en colaboración con J. Colominas y P. Vila.)
Les diades populars catalanes. (Las festividades populares catalanas.)
Biblioteca de Tradicions Populars (42 volums.) (Biblioteca de Tradiciones Populares, 42 volúmenes.)
Gegants, nans i altres entremesos (Gigantes, enanos y otros entremeses.)
Costumari Català (cinc volums.) Cicle de l'any.
Folklore de Catalunya (tres volums: I. Rondallística; II. Cançoner: III. Costums i Creences.) (Folklore de Cataluña [tres volúmenes: I Rondallística; II Cancionero; III Costumbres y Creencias.)
Y, póstumamente en 1984, se publicó en dos volúmenes Histories i Llegendes de Barcelona. Amades murió el 17 de enero de 1959.
Para saber más de la vida de este autor se puede consultar la biografía que hay en la página web de la Associació Cultural Joan Amades, de la cual he sacado algunos de los datos biográficos.
Ahora citaré algunas tradiciones y costumbres extraídas del Costumari Català que se solían hacer la noche y el día de reyes.
Amades nos cuenta que la tradición de los Reyes Magos de repartir regalos viene de la satisfacción de éstos de haber podido adorar y admirar al niño Jesús. Tal había sido su gozo que, de retorno a sus países, repartieron entre la gente que se encontraron durante el camino todo lo que llevaban como un gesto de la gran alegría de haber visto al Salvador. Y así en recuerdo de este gozo real cada año se reproduce su gesto y se hacen los regalos.
También nos cuenta que el hecho de que Melchor tenga el cabello y la barba blancas no es porque sea el más anciano, sino al contrario, es el más joven de los tres. El niño Jesús lo castigó por su afán y porque abusó de su juventud respecto a sus otros dos compañeros. El motivo fue porque cuando los tres Reyes llegaron en donde estaba la Sagrada Familia y vieron el hermoso resplandor que surgía de la cueva, Melchor apartó bruscamente a sus dos compañeros a fin de poder ser el primero en alabar al niño dios. Pero éste lo castigó por su abuso de juventud y le volvió el pelo blanco como si fuera un anciano para que aprendiera a respetar a los mayores.
Antiguamente la carta a los Reyes Magos se ponía en los balcones en el día de Año Nuevo, posteriormente se estiló la costumbre de depositarlas en unos buzones especiales, con forma de rey mago dispuestos en las tiendas de juguetes. Este sistema, según Joan Amades, fue establecido en 1877 por una casa de juguetes radicada en el Pasaje del Reloj en Barcelona.
En tiempos pasados lo que los chiquillos más temían era que los Reyes Magos se olvidaran de pasar por la ciudad por descuido. Para paliar esto días antes y al salir del colegio se reunían grupos de chicos con trompetas y cuernos marinos y deambulaban por las calles haciéndolos sonar y armando un gran jaleo para así llamar la atención de los Reales Visitantes. Al anochecer usaban una especie de trenza de esparto con partidas de ajos adosadas en la punta llamadas Forcs. Hacían arder los ajos y volteaban los forcs por encima de sus cabezas haciendo la rueda. Pero esto era muy peligroso ya que saltaban muchas chispas que iban a caer encima de los transeúntes, cosa por la cual acabó prohibiéndose dicha costumbre. Esta tradición se puede refrendar con el libro publicado en 1848 por Juan Cortada titulado El Libro Verde de Barcelona, en el cual, a modo del posterior Costumari de Amades, Joan Cortada nos informa sobre las costumbres de Barcelona en el siglo XIX describiéndolas por días del año. Este es un libro curioso y que detalla la vida del ciudadano de aquella época de forma interesante y llamativa.
Una curiosa costumbre era la de hacer creer a los niños que a Los Reyes solo se les podía ver si se llevaba una camisa empapada y una caña verde en la mano. Lo cierto era que como en invierno no se pueden encontrar cañas verdes y por las frías temperaturas (hoy día la cosa sería muy distinta) no se aconsejaba llevar ninguna prenda mojada, la visión de los Reyes Magos era del todo imposible.
Antiguamente, cuando aun estaba en pie la muralla de Barcelona, los papás hacían creer a sus hijos que los reyes llegaban a la ciudad a través del collado que separaba Vallvidrera de Sant Pere Màrtir. Según continúa Amades, los padres llevaban a sus hijos al caer la noche al lugar de la muralla desde donde se podía observar bien el panorama de dichas montañas que rodean a la ciudad. En el punto indicado no tardaba en encenderse una hoguera, cosa que hacía creer a los chicos que se trataba de la cabalgata real que se acercaba a la ciudad. Así hacían volver corriendo a todos los niños diciéndoles que los Reyes no podían verlos levantados y despiertos ya que no les dejarían nada. Tras esto imaginamos la desbandada general de chiquillos corriendo y sin rechistar hacia la cama esperando ilusionados el amanecer del día siguiente.
Por la misma época se creía que los reyes, para terminar pronto la tarea de reparto de regalos, se separaban antes de entrar en la ciudad. Solían entrar por el Portal de Sant Antoni, el primero, dirigiéndose hacia el lado del Raval. Por el Portal de l’Àngel entraba otro yendo hacia el centro de la ciudad y el último lo hacía por el Portal Nou, dirigiéndose hacia el barrio de Ribera. El problema de los chiquillos era saber que rey pasaría por el barrio donde vivían, ya que cada rey llevaba unos regalos especiales, cuenta Amades. Melchor llevaba los dulces, turrones y frutos secos; Gaspar los juguetes y Baltasar el carbón y otras cosas poco atractivas. Como los reyes finalmente daban tantas vueltas que al final solían encontrarse en un punto y seguir su singladura, a mucho niños siempre les acababa tocando regalos de los tres reyes.
Para terminar esta brevísima selección citaré el motivo por el cual, siempre siguiendo a Amades, los niños dejaban sus zapatos en el balcón para que los reyes se los llenasen de juguetes.
Cuenta el autor que la tradición explica el origen de esta costumbre. Había dos hermanitos, niño y niña que llegaron a saber que el niño Jesús era tan pobre que no tenía ni zapatos y decidieron darle los suyos. Como estaban tan sucios los lavaron y los pusieron posteriormente en el balcón a fin de que se secaran. El niño Jesús, agradecido por este gesto de caridad, no tan solo no aceptó los zapatos, sino que se los llenó de regalos en premio de su gesto bondadoso. Y desde entonces los reyes han continuado la tradición de llenar los zapatos con los regalos. Otra explicación que nos sugiere Amades es que los zapatos en el balcón indicaban a los regios personajes las casas en donde había niños, su edad y cuántos había. Así se hacían una idea de los regalos que tenían que dejar.
Hasta aquí esta mínima selección, con ella y con las que continuarán quiero, como ya dije más arriba, contribuir con un pequeño granito de arena al homenaje a un gran folklorista y un gran hombre, Joan Amades.
Salud, The Damned.
Como link hoy les dejo el de la Associació Cultural Joan Amades.
Associació Cultural Joan Amades
Nota: este post debía haberlo publicado el día de Reyes, pero por motivos ajenos a mí no pudo ser. Aunque el publicarlo ahora parezca un poco desfasado, las tradiciones nunca tienen edad y más si ya están irremediablemente perdidas y formaban parte de nuestro bagaje cultural como pueblo.
Bibliografía:
---. Costumari Català. Vol. II Gener – Dia de Reis. Joan Amades. Edicions 62 Barcelona, 2005.
En Internet. Web de la Associació Cultural Joan Amades.
1 comentario:
Molt bon post, felicitats.
Com m'agradaria tenir el Histories i Llegendes de Barcelona!....el vaig veure a la llibreria de vell del carrer canuda però valia un pastón.
Saluts company!
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