sábado, 18 de agosto de 2007

Visita al Museo del Oro en Bogotá y exposición sobre el Señor de Sipán (I parte)

El pasado 3 de agosto tuve la oportunidad de visitar el Museo del Oro del Banco de la República en Bogotá, Colombia. Aunque ya había estado en otra ocasión, esta vez me sorprendió gratamente, pues habían hecho unas remodelaciones en la estructura y en el discurso museístico. Se sacaron las piezas más importantes de la cámara del oro y las distribuyeron por el recinto, dando fuerza narrativa e ilustrativa a la historia de aquel país.
La colección más importante de piezas de oro de América Latina se empezó en 1939 con la compra del Poporo para frenar la destrucción del patrimonio cultural e histórico. Desde entonces se han reunido más de 35.000 piezas de oro y tumbaga y otros materiales, como la cerámica, la concha, etc. Hoy día este museo exhibe tan solo un 10% de sus posesiones.
La exposición recoge un paseo por la historia prehispánica departamental, iniciándose con los primeros pobladores a modo de introducción, continúa entre los diversos departamentos y culturas entre las que cabe destacar las de Nariño, Tumaco, Calima, San Agustín, Quimbaya, Tairona y Muisca entre otras. En el museo hay piezas realmente maestras e importantes, tanto a nivel arqueológico como a nivel de orfebrería. Citemos entre ellas el ya mencionado Poporo, hecho en tumbaga (una aleación de oro y cobre), la balsa muisca de El Dorado, el casco del cacique en oro, etc. Pero en realidad las estrellas del museo son el Poporo y la balsa muisca.
El museo consta de tres plantas y en la segunda podem
os hallar la cámara del oro propiamente dicha. La primera vez que la visité era literalmente una cámara acorazada donde se guardaba un abigarrado montón de piezas de oro sin orden ni concierto. Hoy día sigue siendo una especie de caja fuerte gigantesca, pero en la que se han dispuesto las centenares de piezas conformando un diseño parecido a cardumenes de peces, con un espectacular juego de luces y musica que a uno le daba la sensación de ser un Indiana Jones cualquiera entrando en una cueva de tesoros de alguna ignota civilización perdida. En esta cámara podemos encontrar cientos de narigueras, pectorales, orejeras, etc. de diversos tamaños que conforman el grueso de la colección en oro, al menos de lo expuesto.
En Colombia se aglutinaron diversas culturas que trabajaron
el oro, desde los quimbaya hasta los muiscas, pasando por los taironas y los sinúes del caribe. Esta riqueza, tanto histórica como crematística, se ha perdido en gran parte por culpa de los huaqueros, los actuales salteadores de tumbas que roban y malvenden lo sacado a coleccionistas particulares de todo el mundo. Esto me retrotrae a una anecdota que leí en el Museo Nacional de Colombia. Teniendo la ocasión de presentar la exposición sobre el Señor de Sipán, hacían una comparativa entre las piezas de Sipán y las de la cultura de Malagana, en el Departamento del Valle en Colombia. Allí se exponía la analogía entre ambas culturas y, además, sobre el descubrimiento de la Hacienda de Malagana, que realmente pertenece a la cultura Calima. El descubrimiento de Malagana fue accidental, como la mayoría de los grandes descubrimientos. En 1992 un trabajador de la hacienda al hacer un agujero descubrió un tumba indígena, en la cual se hallaban piezas de oro. La noticia corrió por todo el Valle y se juntaron montones de huaqueros que saquearon el yacimiento. Lo más increíble de la cuestión es que, enterados los arqueólogos, decidieron ir a interrumpir el proceso de saqueo y hacer los estudios pertinentes. La cosa fue imposible ya que los huaqueros se habían unido y armado y no dejaron acercarse a los arqueólogos hasta que se consideraron satisfechos. Afortunadamente se pudo salvar una pequeña parte del material y el museo consiguió hacerse con él y así poder obtener gran información de las culturas del Valle del Cauca de dos mil años atrás. El tema de los huaqueros en América Latina es muy grave. Se trata de un mal endémico que mueve unos dividendos enormes, creo que es la segunda fuente de beneficios para los traficantes después de la droga y antes del tráfico de armas. Voy a contar un pequeño detalle que me acaeció la primera vez que estuve en Colombia. Aquellos días estaba en Cali y aquel en concreto me dirigía a visitar el zoológico de esa ciudad. En el camino vi a un tipo sentado con una mercancía expuesta, se trataba de cerámica y figuras en un estado impecable. Yo pensé que eran reproducciones muy bien facturadas y nos detuvimos para preguntar, más por curiosidad que por otra cosa, el precio de alguna de esas piezas. El tipo me dió un precio exorbitante, como de un millón de pesos por una figura grande. Le hice la observación indicándole que me parecía abusivo un precio así por una reproducción. Entonces aquel hombre, con mas flema que un inglés, me respondió que no era ningún tipo de reproducción, sino que era auténtica, al igual que todo lo que tenía expuesto y otras más que llevaba en el carrito que estaba en su lado, pues él era huaquero y así se ganaba la vida. Yo no salía de mi asombro por la frialdad y la falta de escrúpulos y le dije entonces que me negaba a comprar nada robado. Él insistió en que mirase bien las piezas, que eran de buena calidad y que tenía más, que si quería podía ir a mi hotel y traerme un catálogo y hacer negocios. Le insistí en que no me interesaba nada y que, además, en caso de que le comprara algo me sería requisado de inmediato por la policía del aeropuerto. Insistió alegándome que me haría unas facturas falsas de compra que pasarían por legales y que no me pondrían pegas. Mi estupefacción iba en crescendo, pero llegó al clímax cuando me dijo que tenía muy buenas relaciones y que tenía clientes de México, España, Inglaterra, Estados Unidos, etc y me fue dando nombres de sus clientes...¡iIcreíble! Yo llegué a decirle finalmente que era arqueólogo, fue peor pues acabó apelando al sentido de compañerismo y a lo duro que era el trabajo de excavación, como yo ya sabía. Finalmente me lo saqué de encima diciendo que bueno, que ya volvería y me inclinaría por algo, que ahora tenía prisa. Asombrosamente me pasó una tarjeta con su dirección, su nombre y su oficio: ¡Huaquero!
Volviendo al tema del Museo del Oro, y para finalizar esta parte, me gustaría hacer un pequeño inciso sobre las dos piezas fundamentales del Museo, el Poporo y la Balsa Muisca.
El Poporo es uno de los símbolos nacionales de Colombia, al igual que Juan Valdez, ya que representa el esfuerzo de una nación por recuperar su pasado. Un Poporo es un recipiente para guardar la cal u otras sustancias que se utilizaban en la combinación para masticar la hojas de coca, principalmente por el chamán. El del Museo del Oro se lo puede datar entre el año 0 y el 600 d.c. Fue encontrado en la Loma del Pajarito, en el departamento de Antioquia.
La balsa Muisca es una figura de ofrenda que representa al cacique convertido en El Dorado. La ceremonia de El Dorado se celebraba en las lagunas de la zona., especialmente la de Guatavita. Cuando un cacique muisca iba a tomar el mando del cazicazgo se iniciaba la ceremonia soplándole polvo de oro hasta cubrirlo completamente. Entonces era subido en una balsa con su séquito y enviado hasta el centro de la laguna donde debía hacer una gran ofrenda en oro.
La balsa está hecha en oro y pertenece a la cultura muisca, datada entre el 600 d.c. y el 1600 d.c. Fue hallada en el altiplano, en Pasca, Cundinamarca.
Bueno aqui nos hemos de despedir por el momento, para la próxima dejamos la segunda parte, la exposición sobre el Señor de Sipán.
Ahí les dejo algunos links interesantes. El primero es la web del Museo del Oro y el segundo es un blog que hace un comentario sobre el asunto de la hacienda Malagana. Las ilustraciones son del Poporo, la balsa muisca y el casco de oro.
Salud.
Museo del Oro. El Banco de la Republica
http:// enmediodelruido.blogspot.com/2007_02_01_archive.html
The Damned.


No hay comentarios: